Te enseñamos a descifrar los mensajes de su piel

Porque la dermis de tu perro habla (y grita)

Problemas de piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo. Y por razones que pronto entenderás, el motivo que más consultas acapara. Con ayuda de nuestros veterinarios, nos adentramos en el imperio cutáneo para descubrir sus mensajes. En ThePets.es sabemos que las enfermedades cutáneas no se quedan en la epidermis. Si tienes un perro con problemas de piel, sigue leyendo.

Picores intensos, caída de pelo, autolamidos, caspa… Ahí está pasando algo. Son los primeros síntomas de que la piel está comenzado a sufrir. Ante la aparición de estas señales, el amo tiene que reaccionar. Carlos de las Heras, veterinario asesor deThepets.es, aconseja “escuchar y observar al animal”. Esto significa que hay que detectar picaduras, heridas, cambios del tono de piel, alteraciones del comportamiento… y revisar también los cambios de dieta.

“Esta información es muy valiosa para el veterinario. No es fácil diagnosticar con precisión qué enfermedad sufre un perro con problemas de piel«, aclara nuestro asesor. Esto es así porque la piel reacciona de idéntico modo adverso ante problemas bien distintos. Por ejemplo, el rascado compulsivo puede tener origen parasitario, alérgico, metabólico… «No es lo mismo que se rasque, tenga mucha sed, coma más de la cuenta y que además esté cansado todo el día, a que la picazón vaya acompañada de falta de apetito y flatulencia. En el primer caso habrá que decantarse por un problema metabólico; en el segundo, por alergia alimentaria. Un perro con problemas de piel necesita ser observado globalmente”, aclara nuestro veterinario asesor.

¿Qué hacer ante las primeras señales de alarma?

No tocar demasiado al perro ni echarle líquidos, pomadas o cualquier otro invento. Los desinfectantes, el yodo o las cremas antibióticas son eficaces solo si hay diagnostico veterinario previo. “Si al perro le sale una mancha y el amo decide que es un golpe que hay que tratar con una pomada antinflamatoria, podría estar desatendiendo un melanoma o un trastorno hepático”, advierte de las Heras.

El diagnostico de un perro con problemas de piel es un desafío para el veterinario, en especial cuando las lesiones reaparecen sin causa justificada o remiten del modo esperado. Actualmente existen técnicas de diagnóstico muy avanzadas, aunque no todas las clínicas veterinarias disponen de esta tecnología.

En casos complicados (no olvidemos que existen decenas de enfermedades dermatológicas con síntomas similares), hay que asegurarse de que la clínica colabora con laboratorios para hacer cultivos bacterianos, citología cutánea y auricular, tricografía… Aun así, Carlos de las Heras reconoce abiertamente que “no siempre es fácil acertar. El ojo clínico es determinante cuando el diagnóstico es complejo. Lo más sensato en estos casos es hacer una historia clínica exhaustiva y no precipitarse. Un perro con problemas de piel puede ser alérgico, tener una alteración hormonal, infección o tumor, entre otros muchos factores», apunta Carlos de las Heras.

Los problemas de piel más habituales son picor intenso, irritaciones y empobrecimiento del pelo. Generalmente son consecuencia de picaduras, alergias alimentarias o ambientales, parásitos o falta de higiene. Las enfermedades internas que se manifiestan en la piel son menos frecuentes, pero importantes. Si el hígado no funciona bien, el color y la textura cutánea cambiarán. La diabetes o el hipotiroidismo también pueden provocar llagas, alopecia y mala cicatrización. Los tumores y los quistes se reflejan, generalmente, en forma de bultos, verrugas o engrosamiento cutáneo, entre otros síntomas.

¿Puede contagiarse el dueño?

Depende. Si el origen es parasitario o infeccioso, el contagio sí es posible. Dicho así suena muy mal, pero lo cierto es que si se toman las medidas adecuadas (ver recuadro) la transmisión al hombre no es tan fácil. Y si se produce, los tratamientos son rápidos y eficaces.

Una de las zoonosis cutáneas más comunes es la sarna sarcóptica, de origen parasitario. En el perro provoca llagas, alopecias, picor… En las personas picazón, erupciones y, si no se trata, úlceras e infección. El contagio se produce por contacto directo con el perro infectado o por la manipulación de sus enseres.

Por fortuna existen productos que eliminan los ácaros que la provocan y sus huevos. De todos los tipos de sarna que existen –que son muchos-, solo la sarcóptica es contagiosa ¿Cómo se previene? Con higiene, una alimentación que mantenga en forma su sistema inmunológico y revisiones veterinarias.

Menos habitual, pero más grave, es la tiña (dermatosis canina). En este caso, el mal bicho es un hongo (Microsporum canis) que se trasmite al hombre por contacto directo con el animal infectado. El síntoma más claro de que el perro tiene tiña es la aparición de costras, generalmente pálidas, que pueden desprender mal olor, así como lesiones claramente circulares. Lo más probable es que la enfermedad ceda ante un fungicida tópico.

En los casos más graves habrá que recurrir a algo más fuerte, como la griseofulvina. El pronóstico es bueno. Además, aunque es una enfermedad sería y muy contagiosa, su incidencia es muy baja, ya que apenas representa un 2% del total de los problemas de piel entre los perros. ¡Respira hondo! No hay que alarmarse.

Alergias que urge identificar

Podemos definir la alergia como una sobrerreacción del sistema inmunológico ante una sustancia que en condiciones normales resultaría inocua. Entre las respuestas alérgicas más comunes está la dermatitis atópica por intolerancia alimentaria, picadura de pulgas y garrapatas o contacto con alérgeno ambiental.

LAMER O MORDISQUEARSE LAS PATAS DELANTERAS ES SÍNTOMA DE DERMATITIS ATÓPICA

Podemos sospechar que un perro con problemas de piel tiene alergia cuando aparece picor intenso y repentino acompañado de vómitos o diarreas (alimentaria), bultos en la piel o fiebre (picadura) o inflamación, lesiones en un área delimitada y mordisqueo compulsivo de las patas delanteras (ambiental). Si es alimentaria, el tratamiento es fácil: dieta hipoalérgénica durante un mínimo de ocho semanas. En caso de pulgas o garrapatas, habrá que proceder a su eliminación para que la piel recupere la normalidad. Las dermatitis por contacto (atopias) son las más complicadas de identificar, y la mala noticia es que afectan a un 10% de los perros, según estos estudios. Su diagnóstico es todo un desafío para el veterinario. Generalmente se determina por exclusión.

La piel de los perros refleja la salud del animal

La metodología actual no ayuda. El prestigioso dermatólogo veterinario Claude Favrot reconoció en el último congreso global de dermatología celebrado en Lausana (Suiza) que los laboratorios no tienen estandarizados los criterios para testar los alérgenos ambientales. Esto es grave y aumenta las dificultades de lograr un diagnostico eficaz porque “las muestras pueden arrojar resultados diferentes dependiendo del laboratorio”. Carlos de las Heras apuesta, una vez más, por “la observación, el ojo clínico del profesional y la buena comunicación entre todos los implicados, incluyendo el dueño, cuya información es determinante no solo en los diagnósticos de alergia ambiental. También es vital para identificar todas las enfermedades que hay detrás de un perro con problemas de piel».

¿El estrés causa dermatitis?

Está sobradamente demostrado que los problemas emocionales, el estrés, los disgustos… dejan huella en la piel de los seres humanos: granos, sequedad, ronchas, picazón, envejecimiento cutáneo prematuro… ¿Sucede lo mismo en los perros? Sí se sabe que los ejemplares con dermatitis y prurito crónico sufren picos de estrés importantes y comportamientos anómalos, pero no es fácil responder a la inversa.

Algunos problemas de piel se contagian al hombre Los estudios que buscan correlación entre alteraciones emocionales y problemas de piel en canes son pocos e inconclusos. Sin embargo, cualquier veterinario con experiencia dermatológica confirmará off the record que hay motivos para sospechar que esta correlación existe.

La veterinaria holística canadiense Abby Lam va un poco más allá y defiende abiertamente que las emociones caninas tienen una clara respuesta cutánea. Es más, está convencida de que toda afección cutánea tiene una raíz psicológica: “Una dermatitis alérgica, por ejemplo, fluye porque el estado emocional del animal no es bueno, con independencia de que el factor desencadenante haya sido el polen o un cambio de dieta”. Cierto o no, los cambios de residencia y la pérdida -o enfermedad- de un miembro de la familia parece –solo parece- que sí favorecen algunos tipos de dermatitis.

Susana Cacho, veterinaria asesora de Thepets.es, no lo tiene tan claro: “En animales no hay ninguna evidencia de que eso sea cierto. Sí es verdad que es importante cuidar el bienestar emocional de los perros con problemas de piel, con toda seguridad mejorarán mejor y más rápido. Sin embargo, no soy partidaria de las terapias holísticas sin respaldo científico. Los tratamientos de este tipo no son una alternativa a la veterinaria tradicional. Y más aún cuando las enfermedades del piel en los perros pueden esconder otros males”, concluye.

¿SE RASCA CONTINUAMENTE EN LA MISMA ZONA, SE LAME E INCLUSO SE LASTIMA? PUEDE SER SARNA

Sin embargo, hay una creciente tendencia holística. Vicente Calderón, veterinario y especialista en medicina natural humana, defiende en su libro “la vuelta a tu perro en 30 puntos” las bondades de la acupuntura para abordar, entre otras, las en enfermedades de piel en los perros. Tras leerlo, el dueño de un Yorky –que prefiere mantener su nombre en el anonimato- optó por esta técnica para tratar una dermatitis que la veterinaria tradicional no lograba curar. “Mi perro estaba muy mal. Los síntomas iban de mal en peor y se rascaba con tanta fuerza que se hacía sangre. Me decidí por la acupuntura como último recurso. No sé si fue casualidad, pero tras cuatro sesiones mejoró muchísimo. Y antes de terminar el tratamiento, desaparecieron todos los síntomas. De eso hace dos años, y sin recaídas”.

La acupuntura es una técnica tradicional china encaminada a calmar la ansiedad, y todo lo que contribuya a relajar al animal, tiene efectos positivos. Más aún si el perro sufre urticaria, que dispara el grado de estrés. Sin embargo, Susana Cacho no es partidaria de terapias alternativas: «es peligrosísimo confiar más en las Flores de Bach, la homeopatía o el Reiki que en la ciencia”, advierte por firmeza a los lectores de Thepets.es

¡Ay esas hormonas!

Rubí, una Bóxer de 4 años, llegó a la consulta de Susana Cacho con calvas e infecciones cutáneas. Sus amos habían preguntado al peluquero, quien – con la mejor de sus intenciones- les recomendó un arsenal de productos cosméticos que no dieron fruto alguno. Rubí estaba cada día más calva y más triste. Susana nos cuenta que lo primero que hizo fue preguntar si la perrita había experimentado algún otro cambio. La respuesta fue “no”. Sin embargo, sus amos sí habían indicado que “cada día estaba más triste”.

Enfermedades de piel en perros Susana, además de realizar una analítica completa de sangre y orina, pidió a sus dueños que observaran el comportamiento de Rubí durante una semana y apuntaran incluso los cambios más insignificantes. Los resultados de la analítica hacían sospechar un síndrome de Cushing (exceso de cortisol en sangre).

La confirmación llegó cuando sus amos señalaron que Rubí parecía continuamente cansada, y que también bebía, comía y orinaba más de lo habitual. Además, jadeaba con frecuencia y se resistía a hacer ejercicio. El síndrome de Cushing es un trastorno que debe ser tratado de por vida. Susana optó por capsulas de Vetoryl (trilostano). Al cabo de cinco meses su estado general mejoró, pero hasta los siete su pelo no volvió a crecer.

Carlos de las Heras también alerta sobre otra enfermedad hormonal que marca la piel: el hipotiroidismo. “Al 90% de los perros con insuficiencia tiroidea se les cae el pelo. La piel también se reseca y pueden surgir infecciones. Sin embargo, estos síntomas no son sospechosos si no van acompañados de aumento de peso, apatía, intolerancia al frío…».

Parece claro que las enfermedades de piel en los perros no son siempre lo que aparentan. “Nunca me cansaré de insistir en lo mismo: los trastornos cutáneos tienen que contextualizarse. Observar al perro en su totalidad y escuchar a los amos antes de proceder”, concluye de las Heras.

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