Pregunta: Tengo un gato con leishmania. Cuando se puso mal, lo llevé al veterinario, pero lo trató de varias cosas hasta que, finamente, descubrió que estaba contagiado. Tardó dos meses en diagnosticarlo. Ahora temo que la enfermedad haya avanzado demasiado y que no pueda curarse.

gato con leishmaniaRespuesta: Lamentamos mucho el diagnóstico. Y aprovechamos para dar la voz de alarma: los casos de gatos con leishmania van en aumento. Un estudio llevado a cabo por la Facultad de Veterinaria del CEU así lo constata.

También queremos romper una lanza a favor de tu veterinario. Susana Cacho, veterinaria asesora de Thepets.es, explica que “las pruebas para detectar la leishmania en los gatos no están estandarizadas. Los síntomas no son los mismos que en los perros. Y es fácil errar el diagnóstico. Esto es así porque los signos clínicos aún no se conocen bien”. No es un consuelo, pero todos nuestros veterinarios coinciden en la dificultad de identificar este mal en los gatos.

Un gato con leishmania suele recuperarse solo. Muchos no desarrollan síntoma alguno, salvo que haya una enfermedad subyacente

El tratamiento  varía según los casos. Depende del estado general del felino contagiado y del criterio veterinario. La mayoría de los gatos sanos tiene un sistema inmunológico que mantiene a raya la enfermedad. En caso contrario, lo más probable es que el gato tenga un mal subyacente que lo haya debilitado. Urge que le hagan pruebas complementarias para averiguarlo. No lo dejes pasar. La buena noticia es que la leishmania no es mortal en los gatos, salvo en muy raras ocasiones.

Los síntomas de un gato con leishmania

 

gato con leishmania

La leishmania en una enfermedad parasitaria. Para entender su ciclo de trasmisión, te recomendamos leer este trabajo.

Los síntomas de los gatos infestados no se conocen con precisión. Sin embargo, se sabe que las lesiones cutáneas en cabeza, cara, cuello, patas anteriores y almohadillas plantares son comunes.

Es posible que el parásito ataque a los ojos y surjan desde conjuntivitis hasta males mayores. La falta de apetito y el letargo son también habituales, lo mismo que la diarrea, los vómitos y la fiebre. Recuerda que los síntomas solo aparecen en gatos con el sistema inmunológico deprimido.


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