¿Es posible educar a un gato?

La pregunta del millón

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Educar a un gato

No, aunque sí podemos modificar su conducta a través de reflejos condicionados. ¿Qué significa esto? Que es posible aprovechar, por ejemplo, su curiosidad innata para chantajear a su inconsciente y mantener a raya algunos instintos. En otras ocasiones será suficiente con recurrir a objetos que permiten controlar sus gustos con cierta eficacia.

Con el asesoramiento de Juan Robles, veterinario y etólogo 

Los animales se rigen por lo que podemos definir como conducta instintiva. Esto significa que actúan determinados por sus sensaciones (hambre, sueño, miedo, apetito sexual…). Este comportamiento no se enseña, es innato.

Pero instinto y conducta no son lo mismo. El instinto reacciona exclusivamente a los estímulos, mientras que la conducta está supeditada a varios factores, y por eso puede ser condicionada. El comportamiento instintivo del gato le lleva a arañar superficies, salir de caza, robar comida… La buena noticia es que, si somos capaces de condicionar su comportamiento, quizás —solo quizás— sea posible moderar alguno de esos instintos. Ojo, no hemos dicho que sea posible educar a un gato. Solo hablamos de poner limites a algunas conductas. Y no a todas.

Cuanto más joven, equilibrado y confiado sea el gato, más sencillo será todo. De hecho, los ejemplares que no han tenido una infancia —llamémosla-— feliz, difícilmente podrán ser encauzados.

INFANCIA FELIZ…
madurez equilibrada

El gato debe permanecer junto a su madre hasta las ocho semanas de vida. En este periodo, crucial para su comportamiento futuro, aprenderá pautas de conducta y códigos de identificación propios de su especie. En realidad, la madre es la única que puede educar a un gato. La presencia materna contribuye al equilibrio global de toda la camada, y las relaciones entre las crías garantiza la sociabilidad y la socialización del gato. Las separaciones precoces dan lugar a ejemplares temerosos, enfermizos y más proclives a desarrollar comportamientos conflictivos. En estos casos no solo educar al gato es misión imposible. Tampoco habrá forma de encauzarlos.

Durante las primeras ocho semanas de vida será bueno tomar en brazos al cachorro, acariciarlo y mimarlo. Pero siempre hay que respetar los tiempos y no tocar a la cría antes de que la madre lo consienta, algo que difícilmente hará antes de que transcurra, como poco, una semana con sus siete días . Si te precipitas, la gata podría rechazar al gatito. ¿Por qué? Los motivos no están claros, pero posiblemente estén relacionados con el olor que impregnamos en él y con el estrés de la maternidad.

Tras la primera semana, podremos acercarnos a él, observando siempre la reacción de la madre. Si no pone resistencia, podremos cogerlo en brazos. Estas primeras tomas de contacto serán breves, no hay que agobiarlo; un par de minutos tres ves al día son suficientes.

Si el gato socializa bien en su primera infancia, no se le priva de su madre ni de sus hermanos y tiene, además, contacto afectuoso con el hombre, será un adulto sociable, equilibrado y sin grandes problemas. Solo en estos casos podremos intentar corregir algunas de sus costumbres más molestas, que es, de algún modo, la única forma de educar a un gato. Veamos cómo lograrlo.

Educar a un gato

DEMASIADO INSTINTO CAZADOR…
Cómprale un ratón

EL INSTINTO CAZADOR FELINO ADQUIERE SU PUNTO ÁLGIDO DURANTE LA NOCHE

¿Sabías que en Australia hay toque de queda nocturno para los gatos y que en Suiza está muy mal visto no controlar sus escarceos nocturnos? Esto es así porque el instinto cazador felino adquiere su punto álgido durante la noche. Y además de ruidos y peleas, dejan a su paso un reguero de víctimas, especies locales que en algunas zonas ya han reducido su población hasta rozar la extinción.

Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) advierte de que los gatos han contribuido a la extinción de unas 33 especies de invertebrados en distintas partes del mundo. En las Islas Galápagos, por ejemplo, los gatos han dado caza y captura a tal cantidad de iguanas que el Gobierno ha tenido que tomar serias medidas de protección. En estos casos, más que educar al gato, hay que educar a los amos.

Para comprender el riesgo que el instinto depredador felino supone para la fauna silvestre, basta con señalar que un estudio del  Smithsonian Conservation Biology Institute demuestra que el 20% de los pájaros que mueren cada año, lo hace a manos (o garras) de un felino. Razón más que suficiente para evitar que nuestra mascota se vaya de caza nocturna.

Sin embargo, su instinto es muy fuerte, y si no le da rienda suelta fuera de casa, dentro del hogar se mostrará muy nervioso y antipático. La solución ideal no existe, porque en sus juegos nocturnos confluyen muchos factores que no pueden sustituirse fácilmente. Aún así, sentirá alivio persiguiendo roedores electrónicos, teledirigidos o no (desde 10€).

También existen túneles de gatos (desde 15€) que les ayudan a mantenerse entretenidos. Más aún si dentro de ellos ocultas de vez en cuando un snack o algún juguete con hierba gatera (desde 5€). Las opciones de entretenimiento son muchas. Hay felinos que se lo pasan en grande persiguiendo pelotas, otros prefieren los juegos interactivos y algunos se vuelven locos con un kong saltimbanqui. Y aunque ninguna de estas opciones erradica al 100% su instinto cazador, sí lo calma. Lo que es de gran ayuda.

SE HACE LA MANICURA EN LAS CORTINAS…
necesita un rascador

Muchos gatos necesitan frotar sus uñas casi a diario para evitar que crezcan demasiado, otros lo hacen solo para afilarlas. Si no disponen de un jardín donde trepar a los árboles y afilar las pezuñas, arremeterán contra cortinas, tapizados, sillones… Su intención no es dejar huella (aunque así también marcan territorio), se trata de puro instinto felino.

La solución más sencilla no es intentar educar al gato. Basta con facilitarles un rascador. Y a su vez, lavar bien las zonas donde ha hecho los destrozos (no en el rascador) para eliminar el olor del marcaje. Hay sustancias específicas neutralizadoras, aunque los productos de uso doméstico también pueden valer.

Existe una segunda opción que consiste en colocar en sus uñas fundas romas o adhesivas (unos 20 euros). Duran hasta 6 semanas. Los fabricantes aseguran que no generan molestia alguna al animal, pero no estamos de acuerdo. Los gatos, cuando frotan sus pezuñas, lo hacen también para soltar las feromonas que tienen en sus patas, y estas uñas postizas frustran su objetivo, lo que no puede ser bueno…

Quizás sean útiles de modo puntual, cuando están en celo o especialmente destrozones, pero no son una buena solución. Tampoco lo es la llamada desungulación, que consiste en eliminar quirúrgicamente las uñas del gato. Es una intervención agresiva e innecesaria que jamás debería practicarse. El corte de uñas periódico sí es una buena alternativa. Hay que eliminar solo la punta, jamás la vena que está dentro. Si no te sientes capaz, pide ayuda al veterinario.

 

METE EL HOCICO DONDE NO DEBE…
dale un buen susto

Si su curiosidad le lleva donde no debe, hay que responder con astucia, sorprendiéndole con algo desagradable, pero evitado, a su vez, que asocie el estímulo negativo con su dueño. ¿Y esto cómo se hace?

Cuando meta la nariz donde no deba o se comporte de un modo que no nos guste, habrá que emitir un ruido fuerte (dar un golpe seco contra la mesa, soplar una trompeta de juguete, usar un silbato ultrasónico…). El susto parará en seco la acción y nuestra reputación quedará a salvo.

Mucho más efectivo, aunque también más cruel, es enchufarle con una pistola de agua o una manguera. Se llevará tal susto que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a acerarse a ese lugar. Otra opción intermedia es arrojar un objeto sonoro (llaves, sonajero…) a sus pies. El sobresalto será mayúsculo y el gato saldrá escaldado, pero no mojado. En todos los casos, el objetivo es que el gato asocie la acción a evitar con algo desagradable y le disuadamos de volver a intentarlo.

Educar a un gato

LE LLAMO Y ME IGNORA…
gánale por el estómago

Las caricias y las palabras cariñosas no sirven como recompensa felina, pero los snacks sí. Cada vez que de modo natural se acerque a nosotros, diremos su nombre y pronunciaremos “ven”, al tiempo que le enseñamos el premio y se lo ofrecemos.

Terminará asociando este mandato con una sensación agradable (reflejo condicionado), y acudirá cada vez que le llamemos… si quiere, claro.

NO PUEDO PASEARLO CON CORREA…
¿y qué esperabas?

NO PIERDAS EL TIEMPO: UN GATO ADULTO JAMÁS SE ACOSTUMBRARÁ A PASEAR CON CORREA

Si es un gato adulto la batalla está perdida, jamás se acostumbrará al paseo con collar. Los cachorros tienen alguna posibilidad más, pero tampoco muchas… Primero hay que comenzar colocándole el arnés –preferible a un collar- durante un rato y varios días seguidos. Pasado un tiempo, enganchar la correa, y permitir que el cachorro pasee libremente por la casa con ella colgando (vigilado, claro). Repetiremos lo mismo durante varios días, hasta que estemos seguros de que se ha acostumbrado a la correa. En ese momento, el felino ya está preparado para salir a la calle con su amo.

Si te parece fácil, estas confundido. Muchos gatos se resisten, se asustan y cortan de raíz nuestro afán de pasearlo con correa. Es inútil insistir, solo lograrás que te rehúya.

… Y EBISU LLEGÓ Y NOS ROMPIÓ LOS ESQUEMAS

 

Fumi Higaki es una adiestradora japonesa, y su gato Ebisu un tipo que ha dado mucho que hablar.

 

En este vídeo Ebisu demuestra que es capaz de imitar las acciones de su dueña, un experimento que le convierte en el primer ejemplar de su especie en manifestar esta habilidad.

 

Un artículo publicado en la revista Animal Cognition recoge esta experiencia y afirma que el gato doméstico puede aprender con éxito a reproducir actos humanos.

 

La revista Science avala este estudio y publica un artículo donde define a Ebisu como “el primer imitador literal del mundo”. National Geographic también se quedó ojiplática con el asunto y le dedicó un bonito reportaje.

FORMACIÓN HIGIÉNICA
Una bandeja de W.C.

El gato es limpio por naturaleza: él mismo se encarga de su aseo diario. No hay que vigilar su higiene corporal, salvo los cepillados periódicos y los baños esporádicos. Lo que sí hay que indicarle es dónde está su W.C, de lo contrario elegirá cualquier rincón de la casa. Para ello dispondremos una bandeja cubierta de sustrato absorbente y la podremos en un lugar discreto, bien alejado de su zona de descanso y comida.

No es necesario enseñar al cachorro a usar la bandeja; las instrucciones de uso parecen estar grabadas en su código genético. Más tarde o más temprano acabará usándola. Si tarda demasiado, prueba a recoger sus heces con una paleta y a depositarlas dentro de la bandeja, así asociará rápidamente donde está su W.C. Una vez acostumbrado, limpia a diario la bandeja y cambia la arena con la periodicidad que indique el compuesto que uses (hay varios).

¿Tienes un gato y lo has logrado educar? Cuéntanoslo en los comentarios! Estos artículos y muchos otros los podrás encontrar en ThePets.es. Imágenes: Pixabay & Pexels & Envato

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