Cooper, Balta y demás familia

¡Un Bichón Maltés en casa!

Cooper es más mío que de Olga”, asegura el pequeño Balta con una cara de pillo que ninguna cámara es capaz de captar en plenitud. Olga es su hermana mayor. Y Cooper es un Bichón Maltés de poco más de tres meses de edad.

La madre de Balta, Nati, nos cuenta que la llegada de Cooper era bastante esperada por todos los miembros de la familia, salvo por uno. “Paco, mi marido, se resistía a meter un perro en casa. Y eso que vivimos en un chalet. Es cierto que somos familia numerosa, que ambos trabajamos y que un perro exige cuidados que iban a reducir, aún más, nuestro poco tiempo libre”.

… y Paco perdió la guerra

Las razones de Paco, sin embargo, no resistieron la artillería infantil. Paco claudicó ante esas “buenas artes” que los niños manejan con maestría cuando quieren lograr algo que en verdad les importa. Cooper llegó al poco de que Paco cayera aniquilado en batalla. Y la algarabía de sus tres hijos se escuchó varias manzanas a la redonda. Nati se controló un poco más…

“El primer día fue complicado –explica Nati-. Cooper llegó muerto de miedo. Se notaba que estaba muy inseguro. Dejamos que olfateara y explorara a su antojo. Sin prisa. Amordacé a los niños para que no lo agobiaran en exceso. Pasadas unas horas, le dimos de comer, lo acariciamos y le invitamos a jugar con una pelota».  ¿Cuánto tiempo tardó en sentirse uno más de la familia? “Ni 24 horas –responde Nati-. ¡Al día siguiente ya estaba plenamente adaptado!”.

El Bichón Maltés no es un perro conflictivo. Al contrario, es muy despierto, cariñoso y alegre

¡Yo no soy pequeño! 

Luis Cárdenas, educador canino y gran conocedor del Bichón Maltés, explica que esta raza es un magnífico perro de familia. «Si el proceso de adaptación se hace bien, el cachorro se sentirá en casa casi de inmediato. No es un perro conflictivo. Al contrario, es muy despierto, cariñoso y alegre, aunque poco realista en cuanto a su tamaño. Me explico –continúa Luís-. El Bichón Maltes tiene talla pequeña, pero él no termina de creerlo. Podría decirse que es algo osado”.

Balta confirma las palabras de Luis, pero a su modo. “Mi madre dice que Cooper se cree tan grande como un Pastor Alemán. Es un Bichón Maltés muy valiente. No le da miedo nada”.

Su madre concreta algo más y nos explica que no hay barrera que no quiera saltar, perro que no quiera saludar, carrera que no quiera emprender ni amenaza que no responda con una fanfarria de ladridos. “Sí, Cooper es bastante temerario”, concluye Nati mientras mira de reojo los juegos de Olga y Lunita, la gata de la familia y el único miembro que, de momento, no acepta bien a Cooper. “Lunita es muy suya. Pero ya caerá a sus encantos…”, pronostica Nati.

A la caza del “tierno” tobillo

Entre las singularidades de Cooper está una muy peculiar: le encantan los tobillos. Los persigue a la carrera con un frenesí que desata las carcajadas de propios y extraños. Tobillo que ve, tobillo que da caza.

A COOPER Le encantan los tobillos. Los persigue a la carrera con frenesí   

Nati nos cuenta que las carreras del tobillo son todo un clásico en su chalet de Madrid. “Los niños corren y Cooper los persigue con fijación. Hasta tal punto no ve más allá de sus tobillos que un día se cayó en la piscina intentado cazar el tobillo de mi hijo Nico, el más pequeño de los tres”. ¿Consecuencias? “Muchas risas y una anécdota para recordar”, contesta Nati.

Un poco más felices con Cooper

Balta, por su parte, nos cuenta que a él le encanta ser perseguido por Cooper. “Corremos mucho. El prefiere cazarme a mí porque soy su primer dueño. Se cayó a la piscina porque perseguía a Nico, y como es pequeño aún no sabe que es mejor correr lejos de ella. No le pasó nada malo. Lo sacamos enseguida y lo envolvimos en una toalla calentita. Lo tuve en brazos hasta que se calmó”.

Escuchando a Balta es fácil comprender la ternura que en él ha despertado este cachorro de Bichón Maltes. Su madre es testigo del bien que Cooper les ha hecho a todos. “Se lo pasan en grande jugando con él. Hacen más ejercicio. Ven menos tecnología y creo que son -somos- un poquito más felicites”.

Y es que todo lo que puede hacer un perro por ellos, nuestros niños, es sorprendente. Y no solo por ellos. La psicóloga Mar Cañadas, colaboradora de The Pets, afirma que “quien tiene un perro, tiene un tesoro. Los beneficios de convivir con un perro son incontables. Son un bálsamo para cuerpo y alma. No importa si somos niños, adultos o mayores, a todos nos mejora”, afirma.

El mejor amigo… de la salud

 

.  Este estudiopublicado en ‘Pediatric Research’, demuestra que la compañía de un perro estimula el desarrollo social y emocional de los menores de cinco años.

 

. La universidad de medicina de Cincinnati (EEUU) afirma en este trabajo que los bebés que conviven con perros son hasta cuatro veces menos propensos a tener eczemas

 

. Un estudio sobre terapia asistida por perros para niños con TDHA concluye que estos animales sí son eficaces para disminuir los síntomas asociados a este trastorno.

 

. Una investigación sobre unos 4 millones de personas en EEUU, Canadá, Escandinavia, Nueva Zelanda, Australia y Gran Bretaña señala que convivir con un perro está asociado con una reducción del 24% de muertes por cualquier causa. Otro estudio señala su vínculo con la disminución de riesgo cardiovascular.

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