Pregunta: Nunca pensé que educar a un perro fuera fácil, pero tampoco imaginé que fuera tan trabajoso. Tengo un Bóxer de dos años y no puedo con él. Lo adoro, pero se me ha ido de las manos. Es un destrozón, no atiende a mis llamadas y roba en la basura, entre otras muchas cosas. ¿Es posible educar a un perro adulto? Ya tiene dos años cumplidos…

Respuesta: Si tu Bóxer tiene más de dos años y no es un ejemplo de buenas maneras, no lo tienes fácil. Susan Wilson, adiestradora estadounidense y colaboradora de Thepets.es, explica que “los ejemplares adultos que no han aprendido a comportarse necesitan un plan de reeducación personalizado”.

Aunque educar a un perro no resulte sencillo, el plan puede funcionar. Para ello, el amo debe armarse de paciencia e invertir tiempo. La buena noticia es que las técnicas de reeducación son eficaces. Los resultados, sin embargo, no se hacen visibles “hasta pasados unos tres meses de trabajo reglado y sistemático”, señala Wilson.

Los errores que comete el amo a la hora de educar a un perro son, por lo general, los mismos. Poco importa que se trate de un Bóxer o de un Chihuahua. Educar a un perro es una tarea donde el componente racial influye en menor medida que la técnica, la disciplina y el tiempo invertido en enseñarle buenas maneras.

Sobre los malos modales habría mucho que decir. De momento, te aconsejamos leer con atención este trabajo: reeducar a un perro adulto y resabiado. En él hallaras técnicas profesionales para educar a un perro adulto. Es una segunda oportunidad que no debes dejar pasar. Y es que “más allá de los tres años, la situación se desborda, al punto de que el amo debe acudir a un profesional para corregir los vicios adquiridos”, advierte la educadora canina Susan Wilson.

Con gritos no se educa

 

educar a un perroUna investigación llevada a cabo por la Universidad de Oporto (Portugal) nos pone sobre aviso: los gritos tienen un efecto negativo sobre la salud mental de las mascotas. El trabajo, publicado en la revista científica Plos One, estudió las reacciones de unos 100 perros procedentes de centros de adiestramiento. Algunos educaban con refuerzo positivo, y otros con métodos aversivos (gritos y castigos).

 

Los resultados

 

Se evidencia que cuando la educación del perro se basa técnicas aversivas, el bienestar está muy por debajo de los que son entrenados con recompensas. Y las secuelas duran, posiblemente, toda la vida.


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