Son perros de buen conformar. Cinco razas que no exigen grandes espacios ni zonas verdes para vivir en paz con su dueño. En suma, razas (casi) perfectas para vivir en un piso. Las hay para todos los gustos, edades y manías. Ninguna dará demasiada guerra ni exigirá una casa con más metros de los que le puedas dar
CANICHE
Si eres (muy) sensible, es tu raza
estamos ante una raza que causa furor por lo cariñosa, espontánea e inteligente que es. Si notas una leve conmoción, no eres el único. La soprano griega María Callas tuvo un subidón de aúpa cuando su caniche corrió a recibirla en la estación Termini (Roma) hace un buen puñado de años. Allí, frente a toda la prensa de antaño, afirmó con exquisito acento italiano que “il cane più bello è il”. No fue la única: desde Katy Perry hasta el mismísimo Beethoven, muchos han caído rendidos a los pies de sus caniches. Este último incluso lo convirtió en música. Puedes escucharla aquí.
La pasión que el Caniche despierta entre los artistas no es casual. Aunque no sepamos concretar cómo lo hace, el Caniche sabe detectar qué necesita su dueño en cada momento. Amalia Cuitas, experta en la raza, nos cuenta que “la sensibilidad de este perro es increíble. El Caniche sabe consolar a su amo cuando sufre, callar si está concentrado, aminarlo en momentos bajos y hasta hacerle reír cuando llora”. Una lectora de The Pets da fe de ello aquí.
A estas virtudes hay que añadir una facilidad asombrosa para aprender y un temperamento flexible, muy acorde con la personalidad de su amo, al que se adaptará como un guante. Ancianos, artistas y personalidades sensibles encontrarán en él un compañero excepcional. Existen cuatro variedades: toy, mediano, gigante y enano. Todas tienen una esperanza de vida superior a los 13 años y son razas perfectas para vivir en un piso.
PEKINÉS
Un pack con fierecilla interior
este casi diminuto espécimen de origen oriental es una de las razas más longevas del mundo. Puede vivir entre 15 y 17 años, y si se le educa bien, nunca dará problemas. Sin embargo, las sobredosis de mimos le sientan fatal. Alberto Vic, experto criador, advierte que “una educación laxa y consentida los convierte en perros autoritarios, egocéntricos y antipáticos. Es muy temperamental”.
Vic también señala que “debido a los cruces, existen variantes más dulces que no tienen nada que ver con la raza original. Dentro de un auténtico Pekinés siempre vivirá una fierecilla que conviene domesticar”, concluye el criador.
Su fuerte carácter no lo hace adecuado para personas mayores ni niños, sí para sujetos con personalidad que buscan un compañero de altura que, a su vez, sea tranquilo, hogareño y no exija grandes cosas
El Pekinés se conforma con paseos breves y espacios reducidos. Si buscas razas perfectas para vivir en un piso, estás ante un buen candidato. Además, es buen guardián y acepta quedarse solo un tiempo moderado. Eso sí, habrá que ponerle límites desde pequeño y encauzar a los adultos resabiados,con buena técnica y paciencia.
En cuanto a sus necesidades, hay que cepillarlo con frecuencia, limpiar con regularidad sus pliegues faciales y vigilar que las legañas no se acumulen en sus ojos. ¿Es cariñoso? Lo justo, y solo con su amo. “Cuando leo en internet que el Pekinés es muy cariñoso, activo y sociable, me pregunto de quién están hablando”, asegura Alberto Vic, cuya experiencia con la raza acumula ya varios lustros. ¡Habrá que hacerle caso!
YORKSHIRE
Quiéreme mucho y edúcame más
si alguien te dice que los ejemplares más pequeños son los más cotizados, ponte de perfil e ignora sus cantos de sirena. Las variantes minis, toy o de bolsillo son una aberración. Susana Cacho, veterinaria asesora de The Pets, advierte que “los ejemplares demasiado pequeños suelen morir pronto. Son muy vulnerables a la enfermedad y esconden lesiones provocadas por una cría irresponsable y obsesionada por reducir la talla de un perro que en sus orígenes llegó a pesar hasta 8 kg”.
Es un perro muy valiente y osado. No se amilana ante el peligro y sabe defenderse
Francisco Alegría, que es un apasionado de la raza, nos advierte de otro riesgo. “Es un perro muy zalamero, y los amos tienden a consentirle caprichos más allá de lo razonable. Grave error –asegura Francisco-. Dentro de su pequeño cuerpo late el corazón de un auténtico Terrier”. Esto significa que, si le das la mano, te cogerá el cuello. ¡Ojo al dato!
La otra cara de la moneda es mucho más sugerente: un Yorkshire bien educado es un compañero adorable, valiente y fiel hasta el extremo. Además de inteligente y excelente guardián. En este trabajo explicamos como un ejemplar de altura salvó de un robo con violencia a su ama. ¡Increíble!
Sus exigencias, más allá de los cepillados de rigor, son muy llevaderas: un rinconcito cómodo, paseos cortos y un amo cariñoso mayor de edad. Su relación con los niños es –digamos- algo distante.
TECKEL
Un pisito para el cazador
saber que cualquiera de sus tres variantes (pelo duro, corto o largo) puede vivir feliz en una buhardilla de techo bajo puede cambiar el chip de quienes busquen un compañero de altura entre las razas perfectas para vivir en un piso. Sí, el Teckel es un perro de caza, pero no de grandes espacios. Si le habilitan una cama de 45 x 35 cm en un pequeño rincón, se sentirá como un zar en su palacio de invierno.
¿Es un perro tranquilo? No exactamente, Ruth García, gran aficionada a la raza, lo explica así: “Tiene valentía y un coraje bárbaro. Le encanta ponerse chulito con sus colegas y se envalentona hasta con las moscas. Sin embargo, en casa no da problemas; es solícito con su amo y acepta bien la jerarquía. Además, puede pasar varias horas retozando en su cama”.
Pero que nadie se lleve a error, a pesar de tan laxa afición, el Teckel necesita ejercicio en abundancia, no menos de tres paseos diarios de 20 minutos cada uno. Si quieres saber más sobre holgazán de alta cuna, en este trabajo encontrarás información muy valiosa.
CAVALIER
Una relación que irá sobre ruedas
dicen que tras la ejecución de Maria Estuardo, allá por 1587, encontraron bajo sus vestidos un perro que se negaba a abandonarla incluso después de muerta. Su fiel amigo resultó ser un Cavalier King Charles, una raza que, bajo el apodo del “consolador”, vivió al calor de la nobleza durante siglos.
Su mote no es casual. Los ejemplares más pequeños pasaban el invierno bajo las faldas –literalmente- de sus adineradas amas. El objetivo era “consolarlas” del frío y procurarles el calor que la meteorología les negaba. Es de suponer que en verano les permitieran respirar más allá de sus enaguas… Porque si hay algo que el Cavalier lleva mal, son los sofocos de verano. Aunque, para ser honestos, tampoco lleva bien los fríos de invierno.
Como perro de compañía es excepcional. Hará las delicias de niños, ancianos y solteros ocupados. Todo le va bien
Mónica Salas, experta en la raza, lo explica a la perfección: “Ni mucho ni poco. El chiste se hace solo. Al Cavalier no le van los excesos de ningún tipo. Es moderado, tranquilo y bonachón. Una raza de compañía espectacular cuyos cachorros son de los más bonitos de la especie. Se adapta a todo y a todos, excepto al frío o al calor extremo”, concluye nuestra experta con cierta guasa.
Puede vivir es pisos muy pequeños, no es exigente y su esperanza de vida ronda los 14 años. Su relación con los niños es terapéutica, y con los ancianos idílica. Necesita un cepillado cada cuatro días, tres salidas diarias de 20 minutos y muchos mimos. ¿Defectos? No soporta los ambientes húmedos ni los roedores. Moraleja: no puede vivir con hámster ni cobayas, y los días de lluvia, un paseo corto y a casa.